- Editorial:
- INSTITUTO DE ESTUDIOS TUROLENSES
REVISTA TURIA N° 128
AUTORES , VARIOS
La revista Turia cumple treinta y cinco años. Un milagro laico. Un insólito ejemplo de longevidad en un tiempo de claro retroceso de la edición de revistas en papel. Digo insólito porque la revista mantiene un vitalismo creador absoluto y sigue siendo un espacio de encuentro cultural en el que se dan cita los mejores creadores contemporáneos.
Para celebrar la efemérides el nº 128 de Turia deja en su nómina a colaboradores como Javier Marías, Fernando Valls, Gemma Pellicer, José María Pozuelo Yvancos y Teodosio Fernández. Todos impulsan el corolario reflexivo de las primeras páginas con ensayos breves de varia intención, desde el mínimo de Marías, dedicado al más conocido soneto de Quevedo, hasta la extensa glosa sobre el trayecto biográfico de Pilar Gómez Bedate, fallecida en agosto de 2017, tras una intensa vida literaria, en compañía de Ángel Crespo.
En el taller en prosa están Enrique Vila-Matas, que anticipa fragmentos del nuevo libro titulado Figuras de infinito, de próxima aparición, Soledad Puétolas, András Forgách, José María Conget, Manuel Hidalgo y Sergio del Molino, que nos deja apuntes de un diario de verano. Cierran la sección Mónica Zgustová, con El vaso de Goya, tres fragmentos de una novela inédita, Joaquín Berges y Elifio Félix de Vargas, con Impostor, una propuesta repleta de ironía.
Especialmente atinado en este número resulta el escaparate poético. En él conviven Circe Maia, Pilar Gómez Bedate, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero, Clara Janés, Manuel Vilas, Francisco Ferrer Lerin y otras voces que refrendan el vitalismo lírico del ahora.
Antonio Tabucchi, en la sección de Pensamiento, sondea la aportación al arte de Pedro Almodóvar en una amplia mirada fragmentaria que titula Veinte fotogramas para Pedro Almodóvar. En el mismo bloque, Jesús Briones Delgado aporta claves interpretativas sobre la era digital y la sociedad tecnológica; sondea el impacto de internet en nuestro entorno.
El cuaderno central está dedicado a Víctor Mira, un heterodoxo inconformista que hizo de la creación un árbol múltiple: pintor, escultor, dibujante, fotógrafo, escritor y artista gráfico, practicó un nomadismo continuo en un quehacer siempre abierto a la experimentación y al estar insumiso y descentrado: Al aumentar mi desarraigo me fui quedando cada vez más libre y cada vez más solo.
Si la escritura propicia siempre un diálogo, esta entrega de Turia contiene dos diálogos de plena vigencia. Son sus protagonistas Fernando Aramburu, el autor de Patria, y el poeta y narrador Manuel Vila, quien ha conseguido con la biografía ficcional de Ordesa un impacto popular excelente. Pero, más allá de la contingencia del éxito, ambos autores protagonizan un trayecto sólido y dilatado en el discurrir, lo que establece profundidad y distancia en su mirada.
No faltan las coordenadas referenciales de la revista como La isla, el diario de Raíl Carlos Maícas, alma mater de la publicación, los cuadernos turolenses, necesario enfoque de una revista que hace de lo local un mínimo fragmento para trascender el ámbito localista, y la Torre de Babel, que deja un abrumador balance crítico de las novedades literarias del año.
Los números de Turia sugieren un plan metódico de lectura. No están hechos desde el paso fugaz y a vuelapluma de la actualidad literaria, sino desde el rigor universitario y desde el sondeo del especialista, aunque nunca lastrado por la erudición. Son material de biblioteca que invita al regreso, a convertir su contenido en materia de aprendizaje. Así que dejo sitio a este número que conmemora treinta y cinco años de vida cultural. Son muchos años; hay que tender la mano y dar las gracias.